Avanzaron a buen ritmo hasta los embalses de Leurtza.+
Edurne validaba su miedo, parecía comprenderle perfectamente y estaba con ella. Le daba fuerzas y así pudieron avanzar a buen ritmo hasta el embalse de Leurtza, ubicado entre los pueblos de Beinza y de Urroz.Iruzki se apoyó en una estatua de mármol en forma de rana para recuperar el aliento. Siguieron caminando, Iruzki se entretuvo un poco acariciando las hojas esparcidas por el suelo.
Le encantaba el sonido de la hojarasca y rozar las gotas de agua posadas. Le pareció que algo saltaba cerca de ella y se asustó.
-¿Qué es?
-Son ranas bermejas- contestó Edurne - escucha.
-¿Están cantando? ¿Por qué su canción suena tan triste?
-Esta canción habla de cómo nos pescaban hace años.– Habló una voz grave y quejumbrosa.
Era una rana que contemplaba con cierta tristeza el agua llena de huevos.
-Nos bajaban muertas en sacos y mira lo pequeñas que somos, que no damos ni para un almuerzo…Me llamo Xabi, por cierto.
-Nos viene bien cualquier tipo de protección- dijo otra rana mirando el medallón de Iruzki.- El eguzki-lore era una flor conocida por ser protectora del valle. ¿Nos lo darías?
-Lo siento mucho, pero estoy tratando de recuperar su luz, la luz que me protegía a mí– dijo Iruzki suspirando.
Cerró muy fuerte los ojos repitiéndose que primero tenía que protegerse a ella misma.
Edurne se sintió muy orgullosa de Iruzki y confiaba que podría pensar y cuidarse a sí misma. Sabía que era cuestión de práctica. Miró de reojo y le pareció ver la zona del pecho de Iruzki iluminada.
Iruzki sacó unos talos de chocolate, unas castañas y algo de agua para compartir con ella mientras de fondo les acompañaba el concierto de las ranas. Edurne cogió uno y se fue a disfrutar del embalse. Saltaba en el agua sonriendo y hacía piruetas elegantes como una nadadora de natación sincronizada. Iruzki guardó todos los envoltorios en sus bolsillos y recuperó fuerzas tras la caminata.
Le encantaba el sonido de la hojarasca y rozar las gotas de agua posadas. Le pareció que algo saltaba cerca de ella y se asustó.
-¿Qué es?
-Son ranas bermejas- contestó Edurne - escucha.
-¿Están cantando? ¿Por qué su canción suena tan triste?
-Esta canción habla de cómo nos pescaban hace años.– Habló una voz grave y quejumbrosa.
Era una rana que contemplaba con cierta tristeza el agua llena de huevos.
-Nos bajaban muertas en sacos y mira lo pequeñas que somos, que no damos ni para un almuerzo…Me llamo Xabi, por cierto.
-Nos viene bien cualquier tipo de protección- dijo otra rana mirando el medallón de Iruzki.- El eguzki-lore era una flor conocida por ser protectora del valle. ¿Nos lo darías?
-Lo siento mucho, pero estoy tratando de recuperar su luz, la luz que me protegía a mí– dijo Iruzki suspirando.
Cerró muy fuerte los ojos repitiéndose que primero tenía que protegerse a ella misma.
Edurne se sintió muy orgullosa de Iruzki y confiaba que podría pensar y cuidarse a sí misma. Sabía que era cuestión de práctica. Miró de reojo y le pareció ver la zona del pecho de Iruzki iluminada.
Iruzki sacó unos talos de chocolate, unas castañas y algo de agua para compartir con ella mientras de fondo les acompañaba el concierto de las ranas. Edurne cogió uno y se fue a disfrutar del embalse. Saltaba en el agua sonriendo y hacía piruetas elegantes como una nadadora de natación sincronizada. Iruzki guardó todos los envoltorios en sus bolsillos y recuperó fuerzas tras la caminata.